Autores: Pedro Alcocer y Sandra Valdés

 

Dicen que en los países del norte de nuestro globo, existen más de 40 formas distintas de nombrar a la blanca nieve… El color blanco que siempre para nosotros es una representación más del vacío, para los nórdicos está muy lejos de representar la nada. Para ellos representa algo más importante que el frío, representa la necesidad de sobrevivir las condiciones adversas y una importante parte de su identidad.

¿Qué significa el blanco para nosotros?, para nosotros es muy común utilizarlo en frases como “llena los espacios en blanco”… “llena los vacíos”… Para nosotros “blanco” es sinónimo de vacío. Es decir, lo que existe lo representamos lleno de color, lo que no existe, lo representamos en color blanco, algunas veces también en negro. La diferencia entre el espacio blanco y el negro, es que el espacio en blanco lo podemos “llenar”.

El territorio y el color blanco han tenido ciertas similitudes en su conceptualización, es común observar el territorio no urbanizado como una gran mancha blanca disponible para que “el progreso” llegue, el territorio natural que suele rodear las urbes ha sido generalmente devaluado, a terreno baldío, a espacio vacío, ha sido nombrado reserva territorial, de la ciudad obviamente.

Estas zonas generalmente espacios naturales significativos o zonas agrícolas estratégicas para el abastecimiento de la urbe, poco a poco se van convirtiendo en cinturones de miseria, acuíferos y/o ríos contaminados, son generalmente vistos como el patio trasero de la ciudad. En vez de ser valorados como zonas patrimoniales imprescindibles para la calidad de vida de la ciudad por los numerosos servicios ambientales que le aporta.

A través de sus principales representantes el movimiento moderno asignó medidas universales a las personas como si de máquinas se tratara, “deshumanizó” a las personas, borró las diferencias culturales, históricas y de contexto. ¿El resultado? En un cambio de escala, nació la ciudad contemporánea, que centró su organización en segregación de funciones y el transporte motorizado, generando un crecimiento exponencial de las ciudades. Fue en 1932 cuando el congreso del CIAM encabezado por Le Corbusier, desde Atenas proclamaron los nuevos criterios de urbanización. Esto representó el paradigma de la ciudad del siglo XX respondiendo a una necesidad, un tiempo y un contexto muy específico, la reconstrucción de las urbes europeas bombardeadas en la 2ª Guerra Mundial.

En este sentido entendiendo que el paradigma para la ciudad moderna del siglo XX no va a resolver los problemas referentes al siglo XXI, en donde el cambio climático y la calidad de vida deberían ser ejes fundamentales y en los que el patrimonio ambiental juega un papel estratégico. En consecuencia es necesario identificar los criterios de ordenamiento urbano del siglo pasado que aún rigen a nuestra ciudad, hacia una congruente actualización.

Mapa que del documento «Guadalajara prospectiva 2007-2013», BLP y las Áreas Naturales Metropolitanas aparecen en blanco, borradas.

Entonces, ¿por qué es importante un observatorio sobre áreas naturales metropolitanas, centrado en el bosque de La Primavera?

Algunos datos importantes sobre el uso del territorio en nuestra ciudad moderna:

-En el año 2000 la mancha urbana de Guadalajara y el bosque de La Primavera medían lo mismo, 30,000 has. Para el año 2015 Guadalajara había duplicado su tamaño, mas no había duplicado su población.

-Una encuesta que hizo Berumen después del incendio en 2005 muestra que 7 de cada 10 personas en Guadalajara no saben qué es o dónde está el Bosque de La Primavera.

-Utilizando Google Trends se revela que la dinámica de búsquedas sobre el Bosque de La Primavera no ha cambiado del 2004 a la fecha. Los únicos picos que han roto el ritmo de búsquedas han sido los incendios del 05, 012 y 018.

El interés sobre el BLP no pasa de 16 búsquedas máximo al día, excepto en las fechas de los últimos 3 grandes incendios, 05, 012 y 017.

 

-Y un último dato muy contundente es que el 99% de los incendios forestales en Jalisco son provocados. Incluida La Primavera, nada más en 2017 se quemaron 23,000 has de áreas naturales vinculadas a La Primavera, sus corredores biológicos y por ende a la ciudad. En los últimos 15 años se ha quemado el 170% de la superficie del bosque.

En conclusión podemos decir que las estrategias de gestión y políticas públicas de los últimos 14 años, no han logrado tener la incidencia suficiente para cambiar las dinámicas de degradación que han surgido a partir de las presiones que genera la ciudad al bosque.

¿Qué podemos hacer?, ¿En dónde está la clave para la conservación del patrimonio natural?, ¿cómo podemos romper con las dinámicas de crecimiento urbano pautadas por “los modernos”, cómo podemos dejar de entender el color blanco como un “vacío que podemos llenar”? Interpretando la identidad del territorio se revelan importantes pautas para la gestión, intervención y conservación del territorio.

En la identidad del territorio está la clave, en el reconocimiento de los valores y las fortalezas del territorio, en la identificación de sus debilidades y amenazas. Porque es imposible proteger lo que no se conoce y cuando se reconoce y se identifica se puede precisar la forma de proteger, gestiones e intervenir para conservar.

Así como en los países nórdicos hay 40 formas distintas de nombrar o referirse la nieve. Aquí en nuestra ciudad, rodeada de patrimonio natural y una reserva de biosfera por la UNESCO, tendremos que identificar y reconocer 40 formas distintas de referirnos a La Primavera y nuestras Áreas Naturales, para dejar de referirnos a ellas en color blanco.